Cualquier día es bueno para acudir a casa de un amigo acompañado de otro amigo. A la casa de un amigo que es como tu casa. Un lugar en el que te sientes cómodo, feliz y querido. Allí, acompañado de su señora, recibe a sus amigos y les ofrece todo lo que tiene y más. Dejando un lado lo material, ofrece su compresión y delicadeza ante los momentos difíciles. Una actitud que en la que también participa, de manera notable, el otro amigo. Una noche para recordar los buenos tiempos, reír y disfrutar. Para hablar y conversar de nosotros, en definitiva. Para saber que, pase lo que pase, la amistad que nació entre clases de periodismo, cervezas en la cafetería y un viaje transoceánico, sigue vigente, y que esos lazos son tan fuertes o más que el primer día. Una gran noche, sinceramente. Gracias a los dos por abrirme los ojos, por vuestras palabras y sobre todo, por vuestro apoyo incondicional. Un fuerte abrazo.
En fin, la vida...
1 comentario:
Empiezas a hacer que me emocione con lo que escribes y eso, aunque me guste mucho porque en el fondo soy masoquista, es algo que sólo pueden conseguir muy pocas personas.
Te doy las gracias por permitirme ser tu amigo. Soy muy rico y afortunado por ello.
Bendito sea tercero de periodismo y las amistades inmortales que allí nacieron
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