Esta imagen es de ayer, en el Congreso de los Diputados. Sí, esos señores y señoras que, gracias a nuestro voto, nos ¿representan?.
Excepto cuando hay que ir a votar, la mayoría de los días el Congreso está más vacío que un colegio en domingo. Y no será por falta de pago, que sus señorías cobran casi 5.000 euros al mes, más dietas para gastos de alojamiento y manutención, exentas de IRPF, viajes, y encima, en sus ratos libres ejercen sus profesiones sin complejos ni problema.
Resulta verdaderamente escandaloso y no sólo hay que poner en marcha un duro régimen de incompatibilidades, sino que también debería controlarse el constante absentismo de los diputados, auténtica falta de respeto e irresponsabilidad, propio de un sistema capitalista putrefacto, pero sabedores que la mayoría de los votantes no castigan la falta de trabajo... ni siquiera la de sus "señorías". Estaría feo decir aquello de que ya que no están que no vengan.
Ya está bien de eufemismos y de medias verdades. Nuestros políticos han conseguido convencer a la ciudadanía de que pierden dinero con el cargo y que se sacrifican por todos nosotros, cuando podrían estar forrrándose en la empresa privada. Es mentira. El Congreso de los Diputados presentaba ayer una imagen desoladora, con más de la mitad del aforo vacío en plena sesión de debate de los Presupuestos.Y eso, en el momento de mayor concurrencia, porque hubo instantes en los que apenas 90 parlamentarios, de 350, estaban en los escaños haciendo su trabajo.
¿Dónde estaban ayer los cerca de doscientos diputados que se ausentaron de sus bancos? Los responsables de los grupos parlamentarios deberían tomar cartas en el asunto, aplicar sanciones, pedir disculpas a la sociedad y procurar que algo así no vuelva a repetirse.
Nada justifica esa deserción masiva, pero en las actuales circunstancias, cuando miles de ciudadanos pasan cada día a engrosar las filas del paro, supone una evidente falta de respeto.
Situaciones como la de ayer son muy perniciosas para la democracia, porque contribuyen a alimentar la idea, bastante extendida, de que los políticos conforman una casta privilegiada que goza de prerrogativas que no tiene el resto de la población.
Curiosamente los diputados hacen más novillos desde que los plenos han pasado a ser matutinos. Por lo visto, entrar a las 9 de la mañana deben considerarlo algunos demasiado temprano, cuando a esa hora hay millones de españoles trabajando, y en condiciones y circunstancias mucho más incómodas.
Os dejo algunos enlaces:
En fin, la vida...
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