24 nov 2008

TIEMPO PARA EL SILENCIO

No hay nada que me fastidie más que tener que decir algo importante y no saber que palabras elegir. En este momento, hay que añadir que si el lenguaje corporar y visual fuese tan eficaz como dicen, bastaría con mirarnos a los ojos para que la gente se diera cuenta de que es lo que nos pasa. El problema está que, para entendernos, es necesaria una dosis de sinceridad a la que no siempre estamos dispuestos.

Está claro que la vida es el espejo de la comunicación no verbal. Yo siento que quiero escucharme, que me envía señales, pero mi cuerpo se bloquea. En esos momentos, desearíamos no sentir ni padecer, ser inmunes al dolor y a ciertas reacciones que suceden en nuestro cuerpo y no podemos controlar. Sería tan sencillo como desactivar nuestros sentidos.



Pero a la vida le ponemos emoción, y los sentidos, mucho mejor que las palabras, son las que nos recuerdan que estamos vivos, para bien o para mal. Hay silencios más expresivos que miles de palabras, llenas de significados, de sentimientos, porque entenderse y llevarse bien con alguien sólo es cuestión de tiempo.

Y sobre todo, hay que tener en cuenta que no es difícil encontrarse cuando uno está perdido, siempre que sea capaz de escuchar lo que su cuerpo dice, porque la sinceridad es más silenciosa que uno mismo: nace en el corazón.

En fin, la vida...

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