6 nov 2008

DE MONSTRUOS Y FANTASMAS

Desde hace algunas días, varios, demasiados quizás, he notado que he estado sacando lo peor de mí. El mal humor, la impaciencia, el nerviosismo. Supongo que es porque hay cosas que sacan el lado malo que todos tenemos dentro. Y supongo que lo único que nos diferencia de ser un monstruo es una buena razón.

Pero más miedo siento con los fantasmas, por eso de que no se ven. Y esa es una sensación aterradora. Pero intuyo que están ahí, como, por ejemplo, el fantasma de la muerte, ese que siempre nos persigue. Aunque claro está, también están los fantasmas buenos, los de las personas a las que quieres, los que te infundan ánimos desde lugares desconocidos.

Siendo personas hay un fantasma que es especialmente chungo. El fantasma del fracaso. Y también está el fantasma de la soledad, que es algo así como estar con el amigo invisible, lo que pasa es que no te coge la mano ni te mira a los ojos.

Y sí, los monstruos existen. Están entre nosotros. Los más temibles ni siquiera aparecen la mayoría de las veces, pero nosotros nos los inventamos. A veces, vemos monstruos por todas partes, y sin darnos cuenta, te conviertes en un monstruo que vive escondido, porque tienes miedo de que te hagan daño.

Peor aún es estar a gusto en el silencio y la oscuridad. Porque muchas veces los monstruos son monstruos porque nadie ha intentado comprenderlos. Es el dolor el que hace que salga fuera, pero con un poco de comprensión, con un poco de luz, puedes sentarte a cenar con el monstruo y conocerle un poco mejor. Y convencerte de que no hay soledad que valga, que fuera de tu burbuja también hay vida.

Y pasar de estar leyendo un cuento para no dormir, a leer un cuento para soñar toda la vida. Sin monstruos ni fantasmas.

En fin, la vida...

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