5 mar 2010

RELATO DE UN NÁUFRAGO (GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ)


Mi primer contacto con García Márquez lo tuve con esta obra. Corría el año 2000 cuando cursaba el primer curso de la carrera y el profesor de Redacción Periodística nos “obligó” a comprar este libro con el fin de hacer un trabajo. Aunque en ese momento no lo pensé, creo que es una de las obligaciones que más satisfacciones me ha causado en la vida. Una confirmación que he alcanzado tras releer el libro en estos días. Aunque conocida con este título abreviado, el verdadero título de esta obra, mucho más largo, resume perfectamente la historia Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre.

Adentrándonos ya en la obra, en primer lugar hay que apuntar que este libro no es una novela escrita por Gabriel García Márquez, sino que es el relato periodístico del náufrago Luis Alejandro Velasco, publicado por el diario “El espectador” de Bogotá, donde el escritor trabajaba en aquella época.Velasco se reunió en 1955 con el entonces periodista para relatar la historia verídica, hasta entonces había sido contada de la manera que más favorecía a los intereses del Gobierno colombiano, de lo que sucedió entre el 28 de Febrero de 1955, fecha en que el destructor Caldas tuvo el accidente, y el 9 de Marzo de ese mismo año, fecha en que fue encontrado el náufrago en una playa cercana a San Juan de Uraba. Todo este tiempo estuvo a la deriva en una balsa sin comer ni beber en el mar del Caribe.

En este momento tiene lugar un relato a través de diferentes flash back, en los que el náufrago recuerda su aventura, que comienza en el puerto estadounidense de Mobile, donde el destructor estaba  siendo sometido a reparaciones. Una vez embarcado, el escenario pasa a ser el destructor. Pronto el barco naufraga, a apenas dos horas de llegar al puerto de Cartagena de Indias. Ese es el momento en que ocho marineros cayeron al mar, y debido al exceso de carga no pudieron ser rescatados al ser imposible maniobrar. Ese exceso de carga estaba producido por llevar contrabando de neveras, cámaras fotográficas, radios… a pesar de las manifestaciones del gobierno colombiano alegando que el accidente fue debido a una tormenta. De los 8 marineros que cayeron al mar, el único que pudo alcanzar la balsa fue Luis Alejandro Velasco, que vio como se ahogaban sus compañeros a menos de dos metros de él, primer duro golpe que debía superar.
A partir de este incidente, cuenta la historia de los diez días que pasó a la deriva en est balsa en medio del mar Caribe sin comer ni beber, hasta que llegó moribundo y exhausto a una playa cercana a Mulatos, una localidad de Colombia. Desde allí es acompañado por un séquito de cientos de personas hasta San Juan de Uraba, donde visita a un medico y es trasladado a Cartagena, donde su familia lo espera. 

En una balsa a la deriva, desprovista de víveres, en compañía de su reloj y tres remos, resistió durante este tiempo la sed, el hambre, los peligros del mar, el sol abrasador, la desesperación de la soledad, la locura, únicamente con su instinto de supervivencia. Y eso, a pesar de que los aviones colombianos y norteamericanos de la Zona del Canal pasaron muy cerca de él, aunque no llegaron a localizarle. 

A partir de entonces, y convencido de que nada ni nadie podría ayudarle, deseó su propia muerte para dejar de sufrir, aún cuando sobrevivió contra todo pronóstico a las condiciones adversas. Una gaviota que no pudo llegar a comerse, un par de bocados a un pescado que le fue arrebatado por el más terrible enemigo en esas condiciones, los tiburones que, implacables, lo visitaban todos los días, y una tarjeta de cartón supusieron sus únicos “alimentos” durante su naufragio. Ni siquiera consiguió despedazar sus botas ni su cinturón para aplacar el hambre, ni la lluvia hizo acto de presencia para permitirle beber. Las conversaciones con el espíritu de su compañero, el marinero Jaime Manjarrés fueron, entonces, su único sustento.

Para dotar de más sufrimiento la historia, la llegada a tierra, como buen marinero se dejó guiar por una gaviota vieja y pesada, Velasco aún tuvo que alcanzar la playa a nado para no estrellarse contra unos acantilados; luchar contra las olas que le devolvían al mar, contar su historia a campesinos desconfiados en Mulatos que no conocían la noticia del naufragio, y hubo de esperar un par de días hasta que por fin le vio un médico en San Juan de Araba, desde donde fue trasladado a Cartagena. 

Una vez allí es convertido en un héroe nacional, y se hizo rico por la publicidad, pero no pudo soportar, quién sabe si por él mismo o en memoria de sus compañeros, que se publicaron multitud de relatos falsos ocultando la historia del contrabando. Tras la publicación del relato verídico, las autoridades obligaron a la clausura del periódico, la caída en desgracia del marino y el exilio de Gabriel García Márquez en París. 

Lo que más me llama la atención del libro es el mérito de hacer interesante 140 páginas cuando el tema principal es un náufrago a la deriva en una balsa, permaneciendo en ella diez días sin comer ni beber. Quizás por que el naufragio de Velasco constituye una estremecedora experiencia de la soledad, tema esencial en la literatura de Gabriel García Márquez, supone un relato impresionante en la supervivencia del ser humano, con horas dedicadas a la experiencia de sí mismo, a la vivencia de la realidad a partir de los instintos más primitivos y de los sentimientos más humano. 

En fin, la vida...

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