9 mar 2010

FRAGMENTOS DE UNA CUADERNO MANCHADO DE VINO (CHARLES BUKOWSKI)

Va a hacer ahora 16 años, un nueve de marzo de 1994, moría en la ciudad de Los Ángeles el que ha sido probablemente el último icono de la literatura mundial: Charles Bukowski. Un auténtico maldito, porque siempre se enfrentó a cualquier etiqueta y a todos los grupos presentes en la sociedad norteamericana, pero, sin duda, una referencia literaria tal y como demuestra que años después de su fallecimiento sus libros se reeditan y continúan viajando en las mochilas de los estudiantes, de la gente con incertidumbres.

Su éxito ha sido tal que la editorial Anagrama publicaba en el último trimestre del año pasado Fragmentos de un cuaderno manchado de vino, con el subtítulo de Relatos y ensayos inéditos 1944-1990, una colección de 36 relatos y ensayos más o menos críticos, que nos muestran al enfant terrible de la literatura estadounidense en plenitud de sus facultades. Llegados a este punto, una pequeña matización: estos textos no son inéditos o lo son sólo en castellano, ya que todos ellos proceden de revistas, prólogos de libros y volúmenes de homenaje a otros poetas.

Lo que sí he podido percibir, a pesar de no ser un compulsivo seguidor de la literatura de Bukowski, es que en estas páginas se encuentran todos los bukowskis que conocía o de los que había oído hablar: el viejo borracho, el follador empedernido, al ácrata descreído, el escritor que detesta al resto de la humanidad, empezando por los otros escritores, el escritor humorístico que hace que te rías con ciertas situaciones, el surrealista, el escritor agradecido que se rinde ante quiénes considera a sus maestros...

Al ser una compilación de relatos escritos a lo largo de su existencia, podría decirse que Fragmentos podría servir perfectamente como la carta de presentación de alguien que ya no está con nosotros. Porque a pesar de que las obras que presenta en esta ocasión no son inéditas, la mayoría no se habían publicado en castellano. El texto más antiguo apareció en la revista Store en 1944, cuando Bukowski tenía sólo 24 años. El más reciente fue publicado en 1990 en la revista Arete. Además de esos trabajos, en el libro se reúnen una treintena de piezas: cuentos furiosos, ensayos más o menos literarios, artículos sobre cómo apostar en las carreras de caballos, manifiestos de naturaleza artística o reflexiones sobre Katherine Hepburn y la crítica académica.



Fiel a su estilo, el autor ejerce la crítica literaria a puñetazos. Ya desde las primeras líneas uno tiene la sensación de que las opiniones de Bukowski están diseñadas para ser germen de un conflicto o bien como conclusión de conversaciones (siempre en la barra de un bar). Sin embargo, basta con seguir leyendo un poco más para entender que, pese a todo, Bukowski, una vez más, sabe de lo que está hablando.

Sin ser una obra que me haya llamado especialmente la atención, se confirma que Bukowski es uno de los grandes por su manera original de contar las cosas. Y si bien es cierto que sus creaciones se circunscriben tan solo a su universo reducido, la esencia de la sinceridad y brutalidad de sus puntos de vista es, sin duda, su seña de identidad.

En fin, la vida...

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