Con este sugerente título se nos presenta la primera novela de Nuria Roca después de escribir dos libros sobre experiencias sexuales. La novela cuenta la historia de Clara, de 35 años, divorciada y con dos hijos. Tiene una vida de lo más normal: es madre, trabaja, está pluriempleada, paga la hipoteca, llega al final de la jornada agotadísima por el cansancio y el estrés, le sobran unos quilos, tiene un ex marido irresponsable que no para de meterse en líos económicos… vamos: que está en crisis con la vida entera.
El libro empieza con la muerte de su hermana, a la que está muy unida. A partir de ahí, Clara descubrirá un secreto familiar que la traerá de cabeza. Llega el momento de plantearse muchas cosas, de pararse un rato y descubrir quién es. Es la historia de una mujer que lidiaba con un montón de cosas y podía con todas a la vez.
Es un libro fácil de leer. Tranquilamente puede caer en una tarde. Con una historia en la que la alegría se mezcla con la tristeza, el deseo con la ternura, y todo resulta tan contradictorio como en el mundo real, no debe haber complicaciones.
La lectura de la novela te viene a recordar aquello tan clásico como cierto de “que el que esté libre de pecado tire la primera piedra…”. En las relaciones personales, en el trabajo, en el común desarrollo de las actividades diarias, en el sexo, en una discoteca, en un bar, con la familia… En fin, un libro que tiene de protagonista a Clara, pero que nos podía tener a cualquiera de nosotros y nosotras.
A través de la radiografía de sus propias reacciones, la voz de Clara –acompasada por la de su psicoanalista Lourdes- va confesando sus brotes de envidia, celos, inmadurez, inseguridad, histerismo, en un noble ejercicio de reconocimiento y de voluntad de enmienda que la convierte en un personaje entrañablemente humano y próximo. En definitiva, una protagonista que no dejará indiferente a ningún lector. Porque, perfectamente, el protagonista puede ser yo. O tú.
A través de la radiografía de sus propias reacciones, la voz de Clara –acompasada por la de su psicoanalista Lourdes- va confesando sus brotes de envidia, celos, inmadurez, inseguridad, histerismo, en un noble ejercicio de reconocimiento y de voluntad de enmienda que la convierte en un personaje entrañablemente humano y próximo. En definitiva, una protagonista que no dejará indiferente a ningún lector. Porque, perfectamente, el protagonista puede ser yo. O tú.
A mi juicio, Los caracoles no saben que son caracoles plantea un gran reto. Clara, la protagonista, tenía su vida encauzada hasta que se da cuenta de que no todo es como parece. Que a su alrededor fluyen más cosas de las que realmente parecen suceder, pero que el escudo protector de otras personas, o la propia relajación vital en la que vive, le impide ver. Algo similar nos puede, quizás nos suceda, a todos, porque ¿sabemos realmente quiénes somos?
En fin, la vida...
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