19 ene 2010

HAITÍ... EL CAOS DE LA AYUDA HUMANITARIA

A pesar de la catátrofe y la tragedia que se vive en el país caribeño, no me sentía con ganas de escribir sobre este tema. No porque me sienta indiferente ante lo sucedido, sino porque sin datos en la mano y solo a través de lo que los medios de desinformación nos transmiten, sería fácil caer en la subjetividad con juicios de valor que pudieran parecer erróneos. Pero ha llegado un momento en el que no puedo permanecer sin dar la voz de alarma sobre lo que está sucediendo (o lo que nos muestran que está pasando.

Coincido plenamente en dos preguntas que se plantea un amigo sobre la situación. Son cuestiones tan simples que cuesta no encontrarles una respuesta: ¿tan difícil es darle de beber a aquél que tiene sed? ¿Tan difícil es darle algo de comer a aquél que tiene hambre?



Una semana después del terrible terremoto que ha provocado un abrumador número de víctimas (más de 120.000 hasta el momento) y con un país donde el caos se queda corto para definir lo que allí se está viviendo, apenas se observan visos de soluciones a corto-medio plazo. En mi modesta opinión, me parece lamentable y patético que la Comunidad Internacional, que nada más que sabe hacer mandar toneladas y toneladas de ayuda, sea incapaz (tras miles de kilómetros de traslado, después de haber atravesado mares enteros), de darle utilidad a esta ayuda sacándolas de los lugares de aterrijaze... Unas ayudas que, como siempre en estos caso, tanta falta hacían, hace ya muchas horas, muchísimas más horas, de las que han transcurrido. Como digo, lamentable.

No termino de dar crédito a lo que está ocurriendo ¿De verdad es esta la mejor respuesta internacional que podemos ofrecer ante la catástrofe humanitaria que se vive en Haití? No termino de comprender que las organizaciones, las gubernamentales y las que no lo son, sean incapaz de llegar a un acuerdo para cumplir con las necesidades de la población.

Lo peor de todo es que todo ocurre poco tiempo después de la última cumbre de la ONU celebrada en Copenhage, un engaño más, una pantonimia más, la penúltima de otras tantas. Porque, hoy por hoy, somos testigos directos de la ineficiencia de la ONU ante empresas de esta magnitud.



Resulta incomprensible que los supervientes de la tragedia tengan que sobrevivir los unos a los otros por la lucha desesperada por la ayuda que tan cerca tienen... que tan lejos está. Lo saqueos, los robos e incluso la violencia se han convertido, hasta la fecha, en el principal método de para subsistir.



Y con todo la Comunidad Internacional, amparado por el afán militarista del Tío Sam (Ay, Obama como nos engañaste)en lo único que piensan, su principal modo de actuación es enviar más soldados que médicos, más armas que medicinas, más contingencia que esperanza para revertir la triste situación. Sencillamente lamentable.

Parece claro y obvio, por tanto, que las altas esferas políticas no están respondiendo a las necesidades. Que se muestran incapaces de dar respuesta a los problemas. Que no encuentran soluciones cuándo vienen mal dadas. Este no es el mundo que necesitamos, el mundo que queremos. Hace falta un cambio con la ayuda de todos, porque, ahora más que nucna, otro mundo es posible.

En fin, la vida...

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