Por mucho que alguien quiera dejar en blanco su biografía sentimental la verdad es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchear una o otra relación, pero al final volverá a pasar lo de siempre, que un momento dado saltará en pedazos, como tantas otras veces. Porque uno es como es, no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi un combate perdido de antemano.
De este modo, lo mejor que nos podía pasar es que las relaciones sentimentales vinieras con fecha de caducidad. Como los yogures, así sabríamos de antemano cuál sería la fecha del final. Así no perderíamos el tiempo en diferencias, sospechas ni discusiones, nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo.
Aunque, si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad, es que si lo piensas ese yogur puede conservarse para siempre.
En fin, la vida...
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