7 may 2010

YA SOY UNA PERSONA LIBRO

El jueves 6 de mayo de 2010 no es ya una fecha cualquiera para mí. A las 19.10 de la tarde, provisto de un micrófno, procedí a narrar un fragmento del libro El Factor Humano, de John Carlin en la céntrica Puerta de Jerez sevillana. Era mi debut como PERSONA LIBRO. Seguramente, os estaréis preguntando de que estoy hablando. Tiene una fácil explicación. Ser una PERSONA LIBRO no es más que hacer llegar a quiénes nos escuchan textos de libros, poemas o cualquier otro recurso literario que, de alguna manera o otra, queremos transmitir a los demás.


Las PERSONAS LIBRO forman parte de la asociación Proyecto Fahrenheit 451 (http://agendapersonaslibro.blogspot.com/, http://es-es.facebook.com/people/Personas-Libro-de-Sevilla/1810392618), que toma su nombre de la novela del mismo nombre de Ray Bradbury, llevada porsteiormente al cine por Francçois Truffaut,  cuyo argumento trata de varias personas que se aprenden diversos libros de memoria para q no se pierdan, toda vez q a los bomberos se le obliga a la indigna tarea de quemarlos. Evidentemente, no se trata ahora de memorizar obras completas, sino fragmentos de libros para recitarlos en los distintos actos que se celebran.Y eso es lo que hice este 6 de mayo.

Como dato curioso, comento que vamos provistos de pañuelos y paragüas de color naranja, precisamente, la misma tonalidad del fuego...

Os dejo el fragmento que leí, que, para más información, os diré que es quizás el comienzo de un libro que más me ha impactado en mucho tiempo:

Se despertó, como siempre, a las 4.30 de la mañana; se levantó, se vistió, dobló su pijama e hizo la cama. Había sido un revolucionario toda su vida y ahora era presidente de un gran país, pero no había nada capaz de hacer que Nelson Mandela rompiera con los rituales establecidos durante sus 27 años en prisión.
Ni cuando estaba en casa de otras personas, ni cuando se alojaba en un hotel de lujo, ni siquiera cuando pasaba la noche en el palacio de Buckingham o la Casa Blanca. Con la suerte de que nunca le afectaba el jet lag –le daba igual estar en Washington, Londres o Nueva Delhi, siempre se levantaba a las 4.30 y se hacía la cama. Las personas encargadas de hacerle la habitación en todo el mundo se quedaban estupefactas al ver que el dignatario que les visitaba les había hecho la mitad del trabajo. Sobre todo, la señora a la que le tocó limpiar su suite del hotel en el que se alojó durante una visita en Shangai. Le trastornaron las individualistas costumbres de Mandela. Cuando los ayudantes de éste le contaron que la camarera se había sentido molesta, él la invitó a su habitación, le pidió disculpas y le explicó que hacer la cama era como limpiarse los dientes, algo que no podía evitar hacer…



En fin, la vida...

1 comentario:

ESPERANZA. G dijo...

Cándido, es una suerte contar con tu presencia, nos sorpendiste a todos con el texto elegido y tu forma de narrarlo.
Un abrazo