ESCRIBIR COMO TERAPIA

Ha llegado el día. Quizás muchos, mejor dicho, los que hayáis entrado en mi blog, os preguntaréis el sentir de mis comentarios. Necesitaba profundizar en mí. Conocerme y sacar cosas que tenía dentro. Mantener una conversación. Todo eso lo he hecho ya. Y he llegado a la conclusión de que estaba enamorado. Sí, por primera vez en mis casi 27 años el amor llegó a mi puerta. No tengo porqué esconderlo. He vivido una historia bonita, preciosa, quizás de las que más me ha marcado en mi vida.

Es lo que tiene el amor.Pero el amor tiene ímplicta una parte que duele: el desamor. Y en mi caso, me ha dolido mucho. Yo que soy nuevo en estas cosas me pregunto cómo es posible que un sentimiento tan bonito, tan puro y tan fuerte llegue a convertirse en algo tan duro. Que lo pases mal. Que te lleve a pensar cosas, que te encuentres alicaido, sin fuerzas. Que te lleve a no tener ganas de nada.

Y sobre todo, tener la mente en blanco, y cagarla con quién menos tiene que ver.Y cuando te crees que ya lo has superado, zas!!! Otro golpe. Más duro si cabe aún. Inesperado. Doloroso. Sientes como una bola en el estómago. Todo te pesa. Y te entran ganas de hacer cosas que no debes hacer. Pero lo piensas. Y es peor. Y le das vueltas al tema. Una y otra vez. Hasta que te das cuenta de que no era para tanto. Que la vida sigue.

En ello estamos. En salir para adelante. Sabiendo que tengo un mal perder. Que me rayo innecesariamente por muchas cosas. Que no debo complicar las cosas. Que todo es más fácil de lo que parece. O no. Quién sabe.Lo he pasado mal. Sí, creo que de las veces que peor lo he pasado en mi vida. Me ha costado asimilar el cambio. No esperaba que fuera tan duro. Es lo que tiene que te suceda algo así por primera vez con esta edad. Pero no me quejo, tenía que vivir una experiencia así para ser más fuerte.

Y en este duro camino he encontrado un apoyo fundamental e inesperado. He contado con una persona que conozco de hace relativamente poco, casi coincidiendo con el inicio de esta historia. Una persona que me ha ayudado mucho, que ha estado ahí para mí. Cuando la he necesitado, apoyándome, sacándome cosas positivas. Estando conmigo, en definitiva. Una persona cuyo nombre prefiero no desvelar, para que nadie acuda a ella. Para tenerla yo cuando la necesite. Me he vuelto así de egoísta y protector.

Una persona a la que tengo que agradecer muchas cosas en estos días. Siempre he dicho que la amistad verdadera no tiene precio. Y ahora, estoy más convencido que nunca. Esta persona ha estado ahí para mí cuando lo he necesitado. ¿Por qué? No lo sé. La respuesta no la tengo yo, lo que si sé es que le debo mucho.

Ojalá esto no se quede aquí. Que se un vínculo por mucho tiempo, por el máximo posible. Porque soy un tío cerrado para sus cosas, y cuando las he sacado, estaba ahí, para escucharme, para hacerme ver que no todo era tan complicado.

Sus palabras, sus risas, su imaginación, su apuesta por quitarle hierro a las cosas que me atenazaban, su apoyo. Muchas cosas que me ha dado sin quizás merecerlo. Me ha ganado para su causa.

Gracias, amiga.