21 oct 2009

VISITA A LONDRES



Visitar Londres es algo que todos soñamos con hacer. Ese sueño para mí ya ha terminado. Y hoy, días después de mi llegada, puedo decir que ha sido un gran sueño, como grandes son las dimensiones de La City. Londres es totalmente diferente a lo que había visto hasta ahora. Todo es demasiado. Demasiada gente, demasiado grande, demasiada basura, demasiado turismo, demasiados extranjeros, demasiada cerveza, demasiada comida, demasiada picante, demasiadas tiendas, demasiados bares y pubs, demasiada variedad… Aún así, ha sido un estupendo viaje.

Quizás una de las cosas que más me ha sorprendido de mi estancia en Londres ha sido la cantidad de basura y desperdicios que uno se encuentra por la calle. Una pena, y no me vale con decir que es comprensible porque es una ciudad enorme. Un poco sociabilización no vendría mal en este caso, pues la imagen no es buena. Yo no voy a ser más papista que el Papa, y reconozco que me comporté como todo inglés.

Todos los que habéis estado en Londres sabéis de su brutal tamaño, tanto que desde el aeropuerto a la ciudad se tarda una hora en autobús, con lo que llegamos de noche. Eso no fue impedimento, pues el anfitrión nos llevó ipso facto a degustar unas beers. Frías, en lata y una tienda, tal y como manda la tradición. De ahí, a un bar, lástima de la hora de cierre, las 2.00, pero nada mal para ser los primeros momentos. De ahí a una de los múltiples establecimientos de comida rápida. Mucho pollo, muchas patatas y muchísima picante. Y más cerveza, claro.

El sábado por la mañana teníamos una cita con Camden, barrio donde no he visto más tiendas en mi vida. Allí puede comprarse uno lo que quiera, aunque yo no me compré nada. Bueno, ni allí, ni en ningún sitio. Pero fue un lugar que me encantó, digno de recomendar a todos los que visiten la ciudad. Hay de todo y para todos los gustos. Y bares típicamente ingleses, donde pudimos ver un partido de fútbol. Sí, con una cerveza en la mano, sí. Unos minutillos de camino y desembocamos en una zona sorprendente y fascinante, lleno de más tiendas y más lugares para comer. Aquí estaba la cosa más inútil que he visto en mi vida, la tienda del futuro, algo que para mí no tiene valor alguno, pero bueno, hay gustos para todos.

Tras comer allí mismo, marchamos hacia Camino, una especie de taberna española donde estuvimos con much@s residentes de distintas zonas de nuestra geografía repartidos por Londres. Allí bebimos, bebimos y volvimos a beber. Para comer, nuevamente esa comida basura que me encanta, si no fuera por el excesivo pique que tenían. Y más tarde seguimos con la fiesta, aunque yo sigo pensando que un sevillano nos dio el palo llevándonos a un garito que estaba a 20 metros de su casa. Muy listo el nota.

La sobremesa del domingo la dedicamos a visitar lo más típico de Londres. Sí, ya sé que es un tópico, pero ir a London y no hacerte una foto en el Big Ben, en London Eye (La Noria), en una cabina roja, en el Tamésis, o en Buckingham Palace no es visitar Londres ni visitar nada. Por cierto, que los jardines que preceden al Palacio, aparte de inmensos, son preciosos. Y no menos interesante fue pasear por el lago o el estanque de las inmediaciones, donde los patos eran enormes, las ardillas ratoniles y los pelícanos gigantes. No faltó tampoco la visita a Piccadilly Circus, zona central de Londres, o a Tragalgar Square.

De ahí a Brick Lane, zona de marcha y fiesta, donde almorzamos en un chino uno de los platos más consistentes que he comido en mi vida. Posteriormente, pubs, tiendas de músicas, más pubs, cervezas y más cervezas. Allí me pasó la cosa más curiosa de todo el viaje cuándo fui a pedir una hamburguesa. Con mi nada comprensible inglés, pedí una Burguer Cheese Bacon, a lo que me preguntó Where do you come from? (¿de dónde eres?), le contesté Spanish y acto seguido comentó: pues dime lo que quieres en español jeje.

El lunes, tras coger el último tren de Clapton a London Station dimos un paseo por la City Financiera, nos retratamos en el “huevo” y finalizamos con la última foto típica: en un taxi negro. Más no se puede pedir, de todo, en cantidad, y sobre todo, con gran intensidad. Eso sí, yo, como no podía ser de otra manera, eché en falta más de un cubata…

En fin, la vida...


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