Hay cosas que uno no puede hacer solo: discutir, subir y mantener una escalera al mismo tiempo, o doblar una sábana de matrimonio. Yo, toda la vida, pensaba que lo mejor era vivir acompañado, con pareja a ser posible, por muy extraña que fuera esta.
Sobre las parejas se pueden sacar varias conclusiones:las hay que pasan a ser tríos, también hay parejas que se quedan sin su pareja porque no se puede evitar el miedo a no estar a la altura, también hay parejas que son imposibles por definición, por la propia historia o por física, pero no porque no haya química. O parejas a las que la química se les ha ido gastando aunque se sigan compatirtiendo cosas, parejas que lo fueron en algún momento y ya no son nada.
Y eso es lo que da más miedo. Cuándo esa pareja te falta, sea por lo que sea, la primera sensación es de pánico, un miedo atroz a lo que te viene ahora, al cambio, a la pérdida de control sobre el camino que habíamos trazado, a estar solo, en
definitiva.
Pero resulta que cuándo se llega a esa soledad, uno se da cuenta que la ruptura te puede llevar a un lugar mejor. Y ese será el primer día del resto de una vida, porque desde ese momento lo más importante será volar sólo.
En fin, la vida...
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